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Nutrir el bienestar: Cómo aprovechar los alimentos como medicina contra el Parkinson

Woman eating a salad

La nutrición puede ser una poderosa herramienta para manejar la enfermedad de Parkinson (EP). Los alimentos integrales y ricos en nutrientes proporcionan al cuerpo los mejores elementos para funcionar, mantenerse y repararse al máximo. Cada elección positiva de comida es un paso hacia la optimización de la salud.

El siguiente artículo se basa en una Charla en Línea con Expertos (Expert Briefings Webinars) de la Parkinson's Foundation sobre la conexión entre la nutrición y el Parkinson, presentado por la nutricionista funcional y entrenadora de salud Carolee Horner, con maestría en Ciencias y Coach de salud y bienestar certificada por la Junta Nacional.

La relación entre los alimentos y la EP 

Los alimentos son más que sólo combustible para el cuerpo: pueden funcionar como medicina. El organismo descompone todo lo que come —las proteínas en aminoácidos, los carbohidratos en azúcares y las grasas en ácidos grasos— y luego vuelve a ensamblar estos componentes en lo que necesita, ya sean nuevas membranas celulares, neurotransmisores o energía. Cuanto mejor sea su combustible, mejor se sentirá.

La salud intestinal y cerebral están estrechamente conectadas. La dieta ayuda a modelar el microbioma intestinal; es decir, los billones de bacterias que viven en el aparato digestivo. Estas bacterias producen neurotransmisores, influyen en la inflamación y afectan la absorción de medicamentos. Una buena salud intestinal depende de una dieta a base de alimentos integrales y fermentados, verduras y frutas de colores, grasas saludables y hierbas y especias. Estos alimentos también son ricos en antioxidantes, sustancias que protegen el organismo.

La dieta estadounidense estándar se centra en alimentos procesados, azúcares refinados y grasas poco saludables. Estos alimentos están relacionados con:

  • Enfermedades crónicas, como diabetes, cardiopatías y obesidad, junto con la neurodegeneración y el deterioro cognitivo.

  • Inflamación, que es la respuesta del organismo a un daño. Esta respuesta es crucial para la curación. Sin embargo, la inflamación sistémica crónica puede dañar los tejidos sanos.

  • Estrés oxidativo, que provoca daños celulares.

La inflamación y el estrés oxidativo desempeñan un papel importante en la progresión de la enfermedad de Parkinson.

Nutrición dirigida y Parkinson  

Los alimentos nutritivos y la hidratación pueden ayudar a aliviar los síntomas de la EP, como los problemas digestivos y pueden influir en la función cognitiva, el estado de ánimo y la calidad del sueño. Las comidas y los tentempiés equilibrados pueden ayudar a estabilizar el azúcar en sangre y los niveles de energía. Diferentes enfoques alimentarios "cotidianos", aquellos diseñados para lograr mejoras de salud sostenibles a largo plazo, parecen prometedores para las personas con Parkinson, incluyendo: 

  • Dieta mediterránea: prioriza las frutas y verduras de colores, las legumbres, los cereales integrales, las aves de corral, los frutos secos, las semillas, el pescado graso, el aceite de oliva y otras grasas saludables.  

  • Dieta Mediterránea-DASH: incorpora hábitos alimentarios del estilo mediterráneo y enfoques dietéticos para frenar la hipertensión. Esto limita la sal, el azúcar y las carnes, los lácteos y los aceites ricos en grasas saturadas. 

  • Dieta MIND: (Intervención Mediterránea-DASH para el retraso neurodegenerativo, por sus siglas en inglés) o se enfoca en la salud cerebral a través de una combinación de principios de la dieta Med-DASH a la vez que se centra en hojas verdes y bayas oscuras. 

Las tres dietas limitan los alimentos procesados, la carne roja, los lácteos ricos en grasa, los dulces, los fritos y la mantequilla.

El estudio Atención complementaria y alternativa para la enfermedad de Parkinson (Complementary & Alternative Medicine Care in Parkinson's Disease) relaciona las dietas mediterránea y MIND con una progresión más lenta de la EP y una mejor calidad de vida.

Una actualización del estudio de 2022 demostró que la dieta MIND tenía el doble de poder reductor de los síntomas que la dieta mediterránea. Ambas dietas son ricas en polifenoles y flavonoides, que combaten el estrés oxidativo en el cerebro. Los estudios de observación muestran que la dieta mediterránea puede retrasar la aparición de la EP hasta 17 años en las mujeres y siete años en los hombres. La dieta MIND está relacionada con un deterioro cognitivo más lento y un menor riesgo de la enfermedad de Alzheimer.

Las dietas vegetariana y pescatariana también son ricas en fibra y antioxidantes. Ambos se centran en alimentos de origen vegetal, potencian la diversidad de bacterias intestinales y pueden reducir el riesgo de diabetes, obesidad y otras enfermedades crónicas. Los vegetarianos no comen animales, pero pueden consumir sus productos, como miel, lácteos o huevos. Los pescatarianos siguen estos mismos principios, además de comer pescado.

Dietas terapéuticas 

Las dietas terapéuticas, a menudo concebidas como reajustes a corto plazo más que como soluciones permanentes, pueden ser restrictivas. Pueden ser difíciles de mantener a largo plazo y requieren una planificación cuidadosa para garantizar una nutrición adecuada. Comente con su equipo de atención cualquier cambio en sus patrones de alimentación. 

Algunos ejemplos de dietas terapéuticas son: 

  • Dieta vegana: excluye los productos de origen animal y se centra en frutas, verduras, legumbres, frutos secos, semillas y cereales integrales. Esta dieta hace hincapié en los alimentos integrales de origen vegetal y reduce al mínimo la dependencia de las pastas, los sustitutos a base de soja y los productos precocidos procesados. Las personas que siguen una dieta basada en plantas o que tienen problemas de absorción (algo frecuente en el Parkinson), pueden necesitar un suplemento de B12.

  • Con un alto contenido en fibra y antioxidantes, una dieta vegana promueve la diversidad de bacterias intestinales y puede ayudar a reducir el estrés oxidativo y la inflamación, factores que intervienen en la progresión del Parkinson.  

  • La alimentación basada en plantas también puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares y diabetes, que pueden ser frecuentes en personas con la EP.

  • Dieta cetogénica (keto): enfoque rico en grasas, moderado en proteínas y bajo en carbohidratos diseñado para inducir la cetosis, un estado metabólico en el que el cuerpo utiliza la grasa como combustible en lugar de la glucosa. Esta dieta se centra en las grasas de alta calidad, como el aceite de aguacate y los frutos secos. Si no se controla con cuidado, esta dieta puede provocar estreñimiento, niveles elevados de colesterol o desequilibrios nutricionales. El bajo consumo de frutas y verduras puede reducir la fibra dietética y los antioxidantes. Esta dieta también puede requerir un control regular de la función renal y hepática. 

  • Los estudios cetogénicos específicos de la EP son limitados, pero sugieren beneficios potenciales sobre los síntomas motores debido a la reducción del estrés oxidativo. 

  • Las investigaciones sobre el Alzheimer demuestran que una dieta keto puede tener efectos neuroprotectores al reducir la inflamación y aumentar la producción de energía cerebral.  

  • Dieta paleo: hace hincapié en los alimentos integrales y ricos en nutrientes, como las frutas y verduras de colores, las carnes magras y el pescado y elimina los cereales, las legumbres, los lácteos y, a veces, las solanáceas (una familia de plantas que, según algunos, puede provocar inflamación). 

  • Las investigaciones sugieren que la dieta paleo puede reducir la inflamación y mejorar la salud intestinal.  

  • Rica en antioxidantes y omega-3, la dieta también puede ofrecer algunos beneficios neuroprotectores. 

  • La dieta paleo puede actuar como una dieta de eliminación: eliminar y reintroducir alimentos desencadenantes comunes puede ayudar a identificar sensibilidades o intolerancias alimentarias específicas. 

Las dietas terapéuticas pueden ser restrictivas. A menudo estan pensadas como reajustes a corto plazo más que como soluciones permanentes. Llevar un diario de síntomas y alimentos puede ayudar a identificar patrones y a distinguir entre los síntomas de la EP y los problemas relacionados con la nutrición. Un experto en nutrición, como un dietista certificado, puede adaptar su enfoque. Preste atención a cómo responde su cuerpo y esté dispuesto a ajustar o cambiar a un enfoque más sostenible si es necesario. 

Un enfoque personalizado 

Aunque no existe una dieta única para el tratamiento de la EP, las dietas que muestran potencial para aliviar los síntomas de la EP —incluyendo el vaciamiento gástrico retardado, el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado y el estreñimiento, que afecta a hasta un 80% de los pacientes con la EP— comparten ciertos elementos, incluyendo un enfoque en:

  • Alimentos integrales, ricos en nutrientes y fibra

  • Verduras

  • Grasas saludables, como las del aceite de oliva, los frutos secos, las semillas y el aguacate

  • Hidratación: la deshidratación o los desequilibrios electrolíticos pueden empeorar la rigidez muscular

Estas dietas también hacen hincapié en reducir el consumo de alimentos procesados, fritos o azucarados.  

Comer el arco iris aporta fitonutrientes al organismo, minimizando la inflamación y protegiendo el cerebro de la neurodegeneración. Los minerales como el magnesio, el zinc y el hierro también juegan un papel importante en la salud cerebral y pueden encontrarse en dietas ricas en plantas de colores y alimentos integrales. Por ejemplo: 

  • Los tomates rojos y la sandía contienen licopeno.

  • Los alimentos de color naranja y amarillo, como las zanahorias y la calabaza, tienen betacaroteno.

  • Las verduras de hoja verde contienen fitosteroles.

  • Las bayas azules y moradas ofrecen antocianinas.

  • Los cítricos, las bayas, los frutos secos y las semillas contienen antioxidantes como las vitaminas C y E.

  • Las hierbas y las especias son potentes alimentos. La albahaca, el orégano o un chorrito de limón pueden añadir sabor a los platillos.

  • Las vitaminas del grupo B, especialmente la B12, son cruciales para la salud neurológica. Las fuentes naturales de B12 son la carne, el pescado y los huevos. Los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos, las semillas y algunas verduras contienen otras vitaminas del grupo B.

  • Vitamina D: Las personas con la EP también suelen tener carencias de vitamina D. Ésta puede obtenerse de la luz solar.

Consejos para abordar los desafíos de la nutrición

  • Si los alimentos ricos en proteínas afectan la absorción y la eficacia de la levodopa, hable con su médico especialista en la EP acerca de poder tomar la medicación 30 minutos antes o 60 minutos después de comer proteínas.  

  • Preste atención a cómo interactúan las comidas con su horario de medicación y sus síntomas. Las comidas más pequeñas y frecuentes pueden ser beneficiosas. 

  • Si experimenta disfagia o dificultad para tragar, un terapeuta del habla y el lenguaje especializado en la EP puede ayudarle. Los alimentos más blandos y los líquidos espesados pueden ser más fáciles de manejar. Sentarse erguido y tomar bocados más pequeños también puede ayudar. 

  • Mantener el peso puede ser difícil para algunas personas con Parkinson. Considere preparar batidos o licuados ricos en calorías que incluyan proteínas en polvo. Intente evitar colorantes, conservadores y otros aditivos. Busque palabras que reconozca del jardín, en lugar de palabras de un libro de texto de química.   

  • La falta o escasez de recursos pueden hacer difícil incluir frutas y verduras frescas. Considere opciones congeladas o envasadas en casa.  

Hable con su médico para encontrar el enfoque dietético adecuado para usted. 

Aprenda más

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