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La conexión intestino-cerebro: Por qué la dieta puede ayudar con los síntomas del Parkinson y la salud del cerebro

Microbiome of intestine

El cerebro y el sistema gastrointestinal (GI) están conectados. Las bacterias residentes, incluidas las del intestino, son únicas en cada persona y una parte importante de nuestra constitución: las bacterias incluso superan en número a las células del organismo. La capacidad de esas bacterias, conocidas como microbioma, es enorme. Las nuevas investigaciones sugieren claramente la existencia de un vínculo entre el intestino y la enfermedad de Parkinson (EP). Aprenda acerca de los hallazgos de la ciencia y descubra cómo puede empezar hoy mismo a mejorar su salud intestinal.

Este artículo se basa en Parkinson y la conexión intestino-cerebro, un webinar de Charlas con Expertos - Expert Briefings de la Parkinson's Foundation, presentado por Carley Rusch, PhD, RDN, LDN, médico de enlace científico en Abbott Nutrition.

El microbioma intestinal

El microbioma intestinal abarca desde la boca hasta el colon. Es la red de microorganismos —bacterias, virus, hongos y otros— y su material genético colectivo que vive en el tracto intestinal. La mayor densidad y diversidad de estos microorganismos se encuentra en el colon.

Los estudios acerca de la relación entre las bacterias intestinales y la salud se remontan a cientos de años atrás. Las investigaciones acerca de los beneficios de las bacterias del yogur para el tratamiento de la diarrea se remontan al siglo XV. Hoy en día, la tecnología conocida como secuenciación de ADN de alto rendimiento permite a los investigadores identificar rápidamente los miles de ADN bacterianos presentes en muestras de heces individuales.

La ciencia está descubriendo las diversas formas en que el microbioma intestinal puede influir en la salud cerebral, el funcionamiento del organismo y el bienestar general. Incluso puede afectar el modo en que el organismo procesa los medicamentos orales.

Explorando la relación intestino-cerebro en la EP

Las investigaciones sugieren que lo que ocurre en el intestino influye en el cerebro a través del eje intestino-cerebro, una comunicación bioquímica entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central.

Aunque la investigación acerca del Parkinson y el microbioma está en pañales, los científicos han descubierto que las bacterias intestinales de quienes viven con la EP difieren de las de las personas sin la EP.

En el Parkinson, la proteína alfa-sinucleína se pliega mal y forma cúmulos en el cerebro. Estos cúmulos se denominan cuerpos de Lewy. Se ha sugerido que estos cúmulos, que también se encuentran en otras enfermedades neurodegenerativas, pueden desencadenar la pérdida de neuronas dopaminérgicas. A medida que los científicos han profundizado en la progresión del Parkinson, también han podido encontrar patología de alfa-sinucleína a lo largo del tracto gastrointestinal en las personas con Parkinson.

Lo que la ciencia puede decirnos

Las disfunciones gastrointestinales son algunos de los síntomas no motores más comunes y molestos de la EP. El estreñimiento afecta a un 70% de las personas con Parkinson y suele comenzar antes de la aparición de los síntomas motores característicos de la EP y otros signos tempranos.  Se estima que hasta un 75% de las personas con Parkinson también experimentan problemas del habla y la deglución. La gastroparesia, el retraso en el vaciado del estómago, es otro síntoma común de la EP.

Sabiendo que la patología de la alfa-sinucleína también puede encontrarse a lo largo del tracto gastrointestinal en el Parkinson, a lo largo de los años los investigadores han secuenciado genéticamente el microbioma de diferentes personas con Parkinson. Descubrieron que algunas bacterias beneficiosas, como Prevotella, Faecalibacterium y Roseburia, se encuentran reducidas en las personas con Parkinson, en comparación con un individuo sin la enfermedad. Sin embargo, los investigadores también descubrieron un aumento de otras bacterias, como Bifidobacterium y Lactobacillus, en las personas con la EP, posiblemente debido al estreñimiento.

Las investigaciones también muestran que la zonulina, un marcador proteínico de la capacidad de absorción intestinal que se encuentra en afecciones GI inflamatorias como la enfermedad celíaca, la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), la diabetes y otras enfermedades autoinmunes, también está significativamente elevada en las personas con Parkinson. Este aumento de la permeabilidad intestinal puede provocar lo que se conoce como "intestino permeable" (una disminución de la barrera intestinal que puede desencadenar inflamación y enfermedades).

La diversidad importa

Un microbioma sano es un microbioma diverso. Las investigaciones muestran una menor diversidad microbiana en individuos con trastornos inflamatorios intestinales, como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, en comparación con las bacterias intestinales residentes en individuos sanos.

Las enfermedades, incluyendo el Parkinson y la EII, la dieta y el estilo de vida influyen en la diversidad de las bacterias intestinales. Lo que comemos, la frecuencia con la que hacemos ejercicio, el lugar donde vivimos y la etapa de la vida juegan una parte. También influyen el estrés, el consumo de antibióticos y fármacos y los contaminantes.

Los investigadores tienen la teoría de que estos factores influyen en la producción de metabolitos de señalización, que determinan si el intestino produce moléculas beneficiosas, antiinflamatorias o inflamatorias, como las que impactan en el metabolismo del colesterol y la salud cardiovascular y cerebral, entre otras. La comunicación entre metabolitos de señalización puede influir en el tracto gastrointestinal, el sistema inmunitario, el hígado, el cerebro, los pulmones, el músculo esquelético y otras zonas del organismo.

Aunque diversos factores pueden influir en la microbiota intestinal, por lo general, el microbioma es muy estable. El uso de antibióticos o probióticos suele provocar cambios a corto plazo en la microbiota residente, pero con el tiempo —cuando el individuo deja de tomar esos medicamentos o suplementos y vuelve a su dieta habitual—, la composición microbiana residente suele volver a ser la que era.

Tomar las riendas a través de la dieta

Una de las mejores estrategias para mejorar la salud intestinal es aumentar el consumo de fibra. Mientras que un probiótico sólo puede introducir una cepa de bacterias, una dieta rica en fibra puede ser descompuesta por múltiples tipos de bacterias intestinales para fomentar que una nueva comunidad microbiana se instale en el intestino, beneficiando la salud gastrointestinal y cardiaca, mejorando la función inmunitaria y aliviando el estreñimiento.

Cuando las bacterias intestinales descomponen la fibra, producen de forma natural ácidos grasos de cadena corta beneficiosos para la salud. Estos ácidos refuerzan la barrera mucosa del intestino para combatir la inflamación y proteger la función cerebral y cardiaca, entre otros.

Las investigaciones demuestran que una dieta rica en fibra, alimentos integrales y de origen vegetal, con un alto consumo de frutas y verduras (conocida como dieta mediterránea) puede aumentar el butirato y otras bacterias beneficiosas. Ahora mismo, los investigadores están interesados en el butirato, un ácido graso que es una importante fuente de energía para crear nuevas bacterias intestinales sanas y que puede influir en la función inmunitaria.

Las comidas basadas en plantas y alta fibra son importantes

Una dieta de estilo mediterráneo se asocia a un menor riesgo de desarrollar Parkinson, una mayor diversidad microbiana y una mejor salud cardiaca y cognitiva. Los estudios también demuestran que incorporar esta dieta de alimentos integrales junto con grasas saludables, como el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos y las semillas, puede aliviar los síntomas de la EP.

Para mejorar la salud intestinal, los expertos recomiendan:

  • Consumir al menos 14 gramos de fibra por cada 1,000 calorías (unos 28 gramos para alguien que consume 2,000 calorías al día). El estadounidense promedio sólo consume la mitad de la fibra diaria recomendada.
  • Llenar la mitad del plato con verduras y fruta.
  • Consumir fibras prebióticas como plátano, cebolla, ajo, raíz de achicoria, alcachofa, frijoles, uvas y arándanos.

Para algunas personas con Parkinson, tomar ciertos medicamentos para la EP con una comida rica en proteínas —como carne, pescado, huevo, productos lácteos, frutos secos y frijoles— puede interferir en la absorción, ralentizando la eficacia de la medicación. Hable con su médico sobre si una dieta de redistribución de proteínas, una solución popular para las fluctuaciones motoras, podría ser adecuada para usted. Esto significa ingerir la mayor parte de las proteínas diarias durante la última comida del día.

En el horizonte

La investigación acerca de las intervenciones dietéticas para alterar la microbiota intestinal está entrando en una nueva era. Los científicos están explorando actualmente:

  • Probióticos: beneficios específicos de las especies y cepas probióticas. Los expertos de la salud utilizan la Guía clínica de productos probióticos disponibles en los EE.UU. para fundamentar recomendaciones basadas en la investigación. No existe un consumo recomendado de probióticos en la EP, pero hable de este tema con su médico.
  • Postbióticos: "un preparado de microorganismos inanimados y/o sus componentes que confiere un beneficio para la salud del huésped", según la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics o ISAPP, por sus siglas en inglés). Los estudios muestran el potencial del uso de postbióticos para aliviar los síntomas del síndrome del intestino irritable, tratar infecciones y más.
  • Sinbióticos: prebióticos combinados con probióticos, definidos por la ISAPP como "una mezcla que comprende microorganismos vivos y sustrato(s) utilizada selectivamente por los microorganismos huéspedes que confiere un beneficio para la salud del huésped." Se están investigando para mejorar potencialmente los síntomas de la EP, entre otras cosas.

Los investigadores también están estudiando cómo el aprendizaje automático y la inteligencia artificial podrían ayudar a modificar las bacterias intestinales. Introducir la información de una muestra de heces, dieta, genética y otros datos médicos de un individuo en un modelo de aprendizaje automático podría identificar nutrición de precisión para modificar el microbioma de un individuo.

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